Esto depende de muchos factores como, por ejemplo, la frecuencia con la que se lleva el reloj y si la correa entra en contacto frecuente con el sudor. En principio, una correa de cuero dura por lo menos de uno a dos años, después hay que cambiarla. Y aunque nuestras correas son muy resistentes, ciertos signos de envejecimiento y desgaste son inevitables.